Primeros eslabones de la humanidad
Nuestro pariente
vivo más cercano es el chimpancé, con quien compartimos alrededor del 98% del
ADN, pero los estudios indican que nuestras líneas evolutivas se separaron hace
unos 5 u 8 millones de años. Posiblemente, los primeros homínidos bípedos sean
Sahelanthropus tchadensis (con una antigüedad de 6 o 7 millones de años),
Orrorin tugenensis (unos 6 millones de años) y Ardipithecus (entre 5,5 y 4,5
millones de años), todos africanos. Sin embargo, los fósiles de estos
individuos son escasos y consisten casi todos apenas en fragmentos, de modo que
las científicas y los científicos no se han puesto de acuerdo acerca de si eran
totalmente bípedos.
Más
recientemente, el descubrimiento de un esqueleto casi completo de un Ardipithecus
mostró una pelvis y una espalda de bípedo, aunque con un pie de pulgar dirigido
hacia adentro y no paralelo:
Los australopitecinos empiezan a
caminar
Los primeros homínidos de los que
se tiene la certeza que fueron completamente bípedos son los del género
Australopithecus, las pruebas están en la forma de sus huesos y en las huellas
de pisadas que dejaron y que se fosilizaron. Los australopitecinos resultaron exitosos,
vivieron desde hace unos 4 millones de años hasta 2,3 millones de años atrás, se
dispersaron por varias regiones del continente africano, y se ramificaron en al
menos cinco especies distintas. Con sus brazos más largos que los nuestros,
podían también seguramente subir a los árboles cuando había peligro y para
buscar alimento. correspondiente a un individuo de sexo femenino a quien los
investigadores llamaron Lucy, porque cuando lo hallaron se encontraban
escuchando la canción de los Beatles Lucy in the sky with diamonds. Lucy no
medía más de 1,1 metros y su cerebro apenas alcanzaba 400 cc. Se cree que desaparecieron debido a un cambio
climático Las circunstancias llevaron a algunos australopitecinos a irse
especializando cada vez más en el consumo de productos vegetales duros y secos,
desarrollando poderosos músculos masticadores, mandíbulas muy grandes y molares
de anchas coronas, y dando origen a un nuevo género: Paranthropus. Su camino
evolutivo mostró no le fue favorable: aun con su capacidad de triturar los más
recios tubérculos o las más fibrosas raíces, Paranthropus se extinguió. En
cambio, otros australopitecinos se hicieron cada vez más carnívoros, ingiriendo
carroña, insectos y pequeños reptiles, logrando así sobrevivir a las duras
condiciones de la sabana
Surgen los Homo
Homo habilis: fabricante de herramientas
No se conoce claramente cuál
especie de australopitecinos evolucionó hacia el nuevo género Homo, el género
al cual pertenecemos, pero lo cierto es que hace unos 2,4 millones de años apareció
en África un homínido de mayor estatura y peso, como dos tercios de nuestro
tamaño y unos 50 kg, y con una capacidad craneal más grande, de alrededor de
600 cc. Por primera vez, se encuentran sistemáticamente herramientas al lado de
sus restos, aunque es posible que algunos australopitecinos y australopitecinas
pudieran haber fabricado también útiles rudimentarios. De hecho, nuestros
primos los grandes simios actuales lo hacen, aunque de manera ocasional. A estos
antiguos Homo se les ha dado el nombre de
Homo habilis. Vivieron hasta hace 1,2 millones de años, aproximadamente. Las
herramientas que nos quedaron de ellas y ellos son todas de piedra, material
que se conserva mejor, pero es muy posible que usaran también la madera y el
hueso. Su técnica era rudimentaria: golpeaban unas treinta veces una piedra con
otra más dura, para conseguir extraer lascas cortantes, que podían usar para
cavar y cortar, junto al núcleo que quedaba. De hecho, las y los Homo habilis
estuvieron un millón de años trabajando la piedra prácticamente de la misma manera,
en lo que se conoce como Modo 1 o industria olduvayense, nombre dado por las
sabanas de Olduvai en la actual Tanzania, donde habitaron. ¡Los comienzos
humanos fueron lentos! Hacer y usar herramientas ofreció ventajas evolutivas,
particularmente en la procura y procesamiento de alimentos. Se especula que
parte del éxito evolutivo de Homo habilis pudo estar en su capacidad de
organizarse y trabajar en equipo, gracias a su mayor cerebro.
Homo ergaster: una apariencia como la nuestra
Hace aproximadamente 2 millones de
años apareció en África Homo ergaster, un hominino con a apariencia mucho más
cercana a nosotros, llevaba la cabeza erguida y no tenía los largos brazos e los anteriores, incluso es posible que fuera
más esbelto que nosotros, como de 1,90 m y un gran corredor (¡y corredora!) de
largas distancias. Algunos estudiosos piensan que Homo ergaster fue el primer
hominino con poco pelo en el cuerpo y con glándulas sudoríparas; también, su
pelvis estrecha es similar a la humana. Sin embargo, conservaba un arco
superciliar bastante grueso y su capacidad craneal era menor a la nuestra:
entre 800 cc y 900 cc. Se piensa que quizás desarrolló un protolenguaje. Es de
notar que hace unos 1,6 millones de años este Homo empezó a fabricar
herramientas de piedra usando una técnica diferente a la olduvayense, y que
resultaba en útiles más grandes, mejor tallados, más diferenciados: hachas de
mano, picos, raspadores, cortadores… Es la llamada tradición achelense o Modo
2, dominante hasta hace unos 300.000 años. Es posible que Homo ergaster haya
sido el primer hominino en salir de África, según unos restos encontrados en
Georgia, en el Cáucaso.
Los homininos se expanden por el mundo: Homo erectus
No hay duda de la capacidad
migratoria de Homo erectus: es el primer Homo cuyos fósiles se encuentran en
muchos lugares fuera de África. Supo viajar, incluso a través del mar y supo adaptarse
a muy diferentes ambientes, tanto en África como en Asia y Europa. Se estima
que el crecimiento de las poblaciones en sus lugares de origen lo llevaron a
movilizarse, llegando incluso hasta las islas de la actual Indonesia, donde en
1891 se bautizaron unos restos suyos como los del “Hombre de Java”. Al parecer,
fueron los primeros homininos que aprendieron a dominar el fuego, hace unos 700.000
años, lo que les permitió cocinar sus alimentos y así aprovecharlos mejor,
también el fuego les ayudó a defenderse de predadores e iluminar cuevas usadas
como abrigo. Quizás también fueron capaces de levantar refugios, y hay
evidencias de que supieron dedicarse a la caza de mamuts y caballos salvajes de
manera socialmente organizada. Tenían una capacidad craneana de 1.000 cc. Homo
erectus, sin embargo, no es un probable antepasado nuestro sino que pertenece a
una rama diferente, derivada de H. ergaster y que se desarrolló principalmente
en Asia. Surgió hace 1,8 millones de años atrás y desapareció hace unos 300.000
años.
Hombres y mujeres del frío: los primeros europeos
En España se han encontrado los europeos
más antiguos, de hace 780.000 años, a quienes se ha bautizado como Homo
antecessor, mientras que otros fósiles más recientes de individuos que parecen
derivar de los anteriores, han recibido el nombre de Homo heidelbergensis. Las
y los Homo antecessor eran fuertes y de buena altura, unos 1,75 m y 90 kg de peso,
con un cráneo de 1.000 cc o más de capacidad. Su aparato fonador tenía
capacidad de emitir un lenguaje oral bastante articulado, aunque no podemos asegurar
que lo hicieran. Por ciertas evidencias, al parecer en el posterior Homo
heidelbergensis el aparato auditivo era lo suficientemente complejo como para
captar las sutiles variaciones del lenguaje humano, pero si hablaban o no, tampoco
lo sabemos. Se piensa que H. antecessor desciende de poblaciones de Homo
ergaster. Probablemente del Homo heidelbergensis surgió en Europa una especie
que convivió con nosotros: Homo neanderthalensis, el hombre de Neanderthal, así
llamado porque unos de sus primeros restos fosilizados se encontraron en el
valle de Neander en Alemania, en 1856. Las y los neandertales aparecieron hace
unos 400.000 años. Eran individuos muy fuertes, robustos y compactos, de menor
estatura que nosotros; y estaban muy bien adaptados al frío de la última era
glacial, que imperaba entonces en las regiones europeas. Muy probablemente eran
de piel blanca, ventajosa para aprovechar la radiación solar en sus helados
ambientes, y tenían una nariz grande quizás útil para calentar el aire de sus
fríos hábitats antes de que llegara a sus pulmones. Incluso, sus cerebros eran
más grandes que los nuestros, con una capacidad craneana en promedio de 1.550
cc y más, aunque su frente escasa indica poco desarrollo de la corteza prefrontal.
Quizás lo único que nos llamaría la atención de ellas y ellos si los viéramos
caminando por la calle serían sus pronunciados arcos superciliar.
Nuestro surgimiento en la madre África
Nuestra especie, Homo sapiens,
surgió en África hace unos 200.000 años, probablemente
de Homo rhodesiensis, a su vez
quizás descendiente de Homo heidelbergensis. En África
evolucionamos con las
características que conocemos: capacidad craneana de unos 1.350 cc,
cerebro bastante complejo, cráneo
más redondeado, cara más chata y con mentón (único Homo
que lo posee), buena destreza
manual, desarrollo del lenguaje y, desde hace unos 50.000 años,
creación de una cultura más
sofisticada, con elaboración de herramientas de piedra y hueso
(hachas, cuchillos, agujas,
anzuelos, botones…), construcción de refugios, disposición de trampas
para cazar, elaboración de
vestimenta con pieles de animales, simbolización, rituales, joyería, arte,
ceremonias funerarias, intercambios
con otras poblaciones de humanos, etcétera. El lento avance
de los milenios anteriores se
aceleró por esa época, quizás vinculado a avances en el lenguaje,
que incrementan las posibilidades
de comunicar aprendizajes.
Partiendo de África nos hemos
extendido por todo el mundo: llegamos hace 90.000
años a Asia, y hace ya 60.000 años
habíamos cruzado mares para poblar Australia y otras islas
de Oceanía. Un poco más tarde,
arribamos a Europa. Los diferentes climas y hábitats no fueron
una barrera para nosotras y
nosotros, nos adentramos en la fría tundra siberiana, llegamos al
Ártico y en varias oleadas
atravesamos el estrecho de Bering cuando toda la zona estaba helada,
y fuimos luego bajando por el
continente americano para poblarlo hace unos 20.000 años, siendo
nosotros el primer homínido en
llegar allí; quizás también alcanzamos sus costas navegando por
el océano Pacífico.
Cuando se examina el ADN de las
mitocondrias de gente de diferentes partes del
mundo, se encuentra las personas de
origen africano tienen mayor variabilidad en los genes
mitocondriales, lo que indica, que
han existido durante mucho más tiempo. Recordemos que
el ADN mitocondrial lo heredamos de
nuestras madres, cuando el óvulo se une al gameto
masculino. Esta similitud indica
que los más de 7.000 millones de personas que habitamos hoy en
el planeta descendemos todas y
todos de una pequeña población africana ancestral.
Esto esta chevere me gusti
ResponderEliminarme encanta es asombroso
ResponderEliminarWOW asombro me gusta
ResponderEliminarQuien m puede ayudar con un informe de este tema es para hoy
ResponderEliminar